¡¡LOS ANIMALES
SE HAN VUELTO LOCOS!!
Había una vez una selva tropical en la que
vivían muchos animales. En ella se encontraban: el cocodrilo, los peces de río,
la serpiente, el mono saltarín, la jirafa, el elefante y un loro que
hablaba sin parar. Todos eran muy buenos amigos y se ayudaban siempre que lo
necesitaban.
En aquel momento estaban un poco atareados
porque el elefante, el animal más viejo del bosque, cumpliría en unos días 70
años y le estaban preparando una fiesta sorpresa.
Cada vez que alguien cumplía años, se
reunían siempre en la sala de fiestas, junto al árbol más antiguo del bosque:
el árbol de los deseos.
Lo celebraban ahí porque siempre que soplaban las velas y pedían el deseo, el árbol de los deseos se lo concedía al instante.
Lo celebraban ahí porque siempre que soplaban las velas y pedían el deseo, el árbol de los deseos se lo concedía al instante.
El día esperado, el día del cumpleaños del
elefante, por fin llegó y todos sus amigos: el cocodrilo, los peces de río, la
serpiente, el mono saltarín, la jirafa y el loro estaban esperándolo en la sala
de fiestas, junto al gran árbol de los
deseos.
Todos bailaron con la música de los pájaros
y rieron con las historias que el elefante contaba, pues era el animal más
viejo del bosque y siempre sorprendía a todos con sus increíbles historias de
los animales parientes de todos sus amigos del bosque.
Llegó el momento de soplar las velas y el
elefante pidió su deseo:
-Deseo, deseo… que todos mis amigos, los
animales de este bosque, se pongan en la piel de su mejor amigo.
El gran árbol se estremeció y todo el bosque
tembló durante unos segundos. De repente, comenzaron a llover burbujas doradas
del cielo y todos los animales quedaron empapados.
Al momento, el mono, comenzó a hablar y
volar como un loro, el loro saltaba y gritaba como un mono, la serpiente se
estiraba y se ponía de pie como una jirafa. La jirafa se echó al suelo y se
puso a reptar como una serpiente, los peces salieron del río y ahora podían
respirar fuera del agua y jugar con sus amigos terrestres; y el cocodrilo…pobre
cocodrilo…se sumergió en el río y no podía ni asomar la cabeza, pues ahora solo
podía respirar a través de las escamas sumergido en el agua…
Todos los animales se quedaron fascinados,
pues de nuevo el deseo de un cumpleañero se había cumplido y… ¡este era el
mejor de los deseos para todos! Por ahora...
Todos podían hacer lo que siempre habían querido, siempre habían envidiado la vida de su mejor amigo.
Todos podían hacer lo que siempre habían querido, siempre habían envidiado la vida de su mejor amigo.
El mono ahora podía volar y ver el bosque
desde lo más alto y ¡se sentía el animal más feliz del mundo!. Ahora podía
divisar las copas más frondosas de los árboles, a los que podía llegar volando
en lugar de trepando. De esta forma, podía comer los plátanos más ricos, de los
árboles más altos.
El loro saltaba contento en el suelo y
trepaba con las alas como si fueran brazos.
La serpiente se sentía como una reina al
poder levantarse del suelo y poder observar a sus amigos desde otras perspectivas.
La jirafa estaba encantada con poder dormir
por fin acostada en el suelo y sentir la tierra y las hojas caídas en su
barriga.
Los peces hablaban sin parar, pues cuando
estaban en el río, solo podían hablar con su mejor amigo: el cocodrilo
-
¡El
cocodrilo! -¡Gritaron todos los peces a la vez!
-
-¿Dónde está nuestro gran amigo?
El sabio elefante les dijo que fueran a
buscar al río y, todos los animales fueron en su busca.
Durante el camino, ya todos empezaban a
estar incómodos: la jirafa tuvo que ir reptando y le costó horrores llegar al
río, el loro fue saltando por el suelo, pues ahora no podía volar y sus alas
eran cortas y no le permitían agarrarse a las ramas; a la serpiente también le
costó ir de pie, pues no tenía patas y, a la mitad del camino, se tuvo que
subir sobre el elefante y los peces se hirieron las escamas con las ramas del
suelo.
Por fin llegaron al río y, allí estaba el
cocodrilo, triste y solo.
-
¿Por qué
estás triste gran amigo?. - Preguntaron los peces al cocodrilo
-
Porque ahora
no puedo jugar con el resto de animales terrestres y me encuentro solo.
Los peces se acercaron y le explicaron que
así es cómo se sentían ellos siempre, que la única compañía que tenían era la
de él y que le estaban muy agradecidos, pues él siempre iba a visitarlos al río
y jugaba con ellos.
El resto de animales se pusieron tristes al
verlo así y se dieron cuenta de que los pobres peces estaban casi siempre solos
mientras que ellos jugaban todos juntos en la tierra, pues incluso el loro,
podía bajar a jugar con ellos al suelo.
El elefante entonces alzó su trompa y les
dijo:
-
Queridos
amigos, siempre solemos querer lo que no tenemos porque creemos que es lo
mejor, pero cuando lo conseguimos siempre nos damos cuenta de que queremos
volver atrás, recapacitar y aceptarnos tal y como somos. Solo aceptándonos a
nosotros mismos alcanzaremos la felicidad y el bienestar.
Todos los animales quedaron sorprendidos y
boquiabiertos admirando al sabio elefante, pues habían aprendido una gran lección.
Prometieron a los peces que todos irían a visitarlos y a jugar con ellos cada día,
para que no se sintieran solos… y también prometieron admirar las cualidades de
cada amigo sin envidiarlas.
Fue entonces cuando el bosque tembló de
nuevo y en menos de un minuto todos volvieron a ser como antes. La alegría de
nuevo volvía al bosque y sus habitantes gritaban y bailaban de alegría.
El sabio elefante recordó la última vez que
pidió ese mismo deseo… ¡hacía veinte años!, pero la reacción de los antepasados
había sido la misma y pensó que sería la misma dentro de otros veinte años,
pues siempre habrá envidias que sanar y capacidades por descubrir en cada
habitante del mundo. El secreto está en saber mirar en el interior de cada uno.
Soy tu fan number 1¡!¡
ResponderEliminarMe encanta reflexionar contigo!!
ENHORABUENA y gracias ;-)
Gracias a ti, Isabella... espero y me esforzaré por agradaros con nuevos cuentos!! ;)
ResponderEliminarSi Isabella es la número 1 pues yo el 2 ;-)... Mi hijo ya escucha tus cuentos... y creo que como a mi, le encanta... Felicidades pq con pequeños gestos como estos se siembra en la gente pequeñas dosis de reflexión... A parte e una sonrisa.
ResponderEliminarGracias Sergio, me alegro de tener un oyente tan precoz como tu hijo... ;) y agradezco que le leas mis cuentos!
EliminarHola Marta.
ResponderEliminarMe ha encantado tu cuento!!!! Es alucinante, una buena lección para todos!!! Gracias!!!!
No dejes de escribirlos. Eres muy buena narradora. Animo!!!!! y mucha suerte.
Besossssssssssss
Gracias!!
EliminarMe gusta muchísimo, yo también te animo a que continúes, los cuentos con este tipo de mensajes es lo q los niños y muchos adultos necesitan, un abrazo.
ResponderEliminarGracias Miriam.
EliminarMe ha encantado Marta. Un proyecto sin duda precioso. Estoy deseando que publiques el segundo!!!
ResponderEliminarQué cuento más bonito, Marta...y qué manera de dejar a Chloe atenta y calladita escuchándome mientras se lo contaba. Me encanta. Sigue escribiendo, por favor. Besitos!!
ResponderEliminar